El Trastorno por Déficit de Atención con/sin Hiperactividad (TDAH) es un trastorno del neurodesarrollo causado por la interacción de factores genéticos y ambientales que se inicia en la infancia y suele persistir en la adolescencia y en la edad adulta. En las personas con TDAH se observan alteraciones funcionales, estructurales y bioquímicas que producen falta de atención y un comportamiento hiperactivo-impulsivo, pudiendo aparecer los síntomas en un grado leve, moderado o grave.
Se trata del trastorno más común en la infancia, con mayor prevalencia en varones y manteniéndose en un 50% de los casos en la vida adulta, mostrando cambios en las repercusiones para las diferentes áreas vitales en función de la etapa. En muchos casos no llega a ser diagnosticado y suelen producirse mejoras con un tratamiento adecuado, que puede incluir terapia psicológica y fármacos.
¿Cómo afecta a la conducción?
Las personas con TDAH pueden presentar ciertas dificultades para la conducción ya que podría estar limitada la capacidad atencional (fundamental para mantener un nivel de alerta y que puede verse comprometida por acciones tan simples como llevar la música demasiado alta), el control inhibitorio y de respuestas impulsivas (mostrando menos pacienciaante situaciones; por ejemplo, ver que el coche de delante no arranca con el semáforo en verde), la planificación y la autorregulación y automonitorización (el control emocional es tan importante como el control del propio vehículo para no asumir riesgos innecesarios), entre otras.
La tarea de conducción requiere un buen funcionamiento ejecutivo para mantener la atención en los estímulos relevantes inhibiendo los irrelevantes, mostrando un adecuado nivel de anticipación de consecuencias de las propias acciones y flexibilidad en función de las variables que aparezcan. Se trata de un ejercicio continuo de ajuste de recursos según la demanda de la situación teniendo en cuenta a todos los usuarios de la vía.
Es importante destacar que las diferencias en la intensidad de los síntomas del TDAH produce una gran variedad de limitaciones, siendo posible una plena adaptación sin problemas a nivel funcional.
¿Se puede conducir con TDAH?
Numerosos estudios revelan que la probabilidad de sufrir un accidente es mayor en personas con TDAH, destacando la investigación de Curry (2017) que concluye que el riesgo para estos conductores es 1.36 veces mayor. En lo relativo a infracciones, están más relacionadas con excesos de velocidad que con el consumo de alcohol y drogas.
No obstante, el TDAH, en general no incapacita para conducir, ya que los procesos atencionales implicados pueden trabajarse y así conseguir una práctica segura.
Tres consejos
La capacidad para conducir debe ser valorada de manera individual por el profesional facultativo, pero en todos los casos la labor preventiva tiene mucho valor, tanto en la fase previa a la conducción como tras la obtención del permiso:
1. Tomar conciencia del diagnóstico: La persona con TDAH debe ser consciente de lo que implica, tanto de sus manifestaciones en la conducción como de potenciales riesgos para garantizar la máxima seguridad y respeto en carretera. De la misma manera, si existe tratamiento farmacológico debe conocer sus efectos para mantener las habilidades y reflejos necesarios
para la conducción.
2. Eliminar posibles distracciones: Con TDAH cobra especial importancia evitar estímulos que reduzcan la capacidad atencional. No tener pantallas frontales, mantener un volumen adecuado en el vehículo o cualquier distracción mientras se conduce, aumenta la focalización en la tarea.
3. Más práctica para ganar seguridad: Cuanta más exposición exista a las diferentes situaciones que pueden ocurrir en la carretera, mayor será la confianza y la capacidad para percibir posibles situaciones de riesgo, mejorar la gestión emocional al volante y tomar decisiones correctas. Incluso puede ser efectivo que esta práctica sea acompañada o, incluso, que se realice en simuladores.